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martes, 7 de diciembre de 2010

Los 12 (13) discos del 2010

La fortuna de ser melómano de verdad es poder incluir en tu lista de discos del año álbumes que no son precisamente de este año. Es ono es importante, sino la resonancia ue alcanzó en alguno de los momentos de este ciclo que termina. De seguro se sorprenderán con la mayoría, los invito a opinar ;)

1. Lisbon / The Walkmen. Una joya que supera el alcance de la palabra… (y que rompió récord de precio, gulp!)



2. Toca + el Alma EP / Los Impresionistas*. El disco más dulce y estremecedor de una banda independiente que haya llegado a mí en años.


3. Lejos, No Tan Lejos / Hello Seahorse! Todo un ejemplo a seguir para las nuevas bandas mexicanas, motivador, ¡por favor lancen un disco por año!



4. Tim & Let it Be/ The Replacements.* Los clásicos del año, he perdido la cuenta de cuántas veces los he vuelto a escuchar.


5. Total Life Forever / Foals. Un giro que parecía mortal pero terminó en una gran victoria.


6. Transference / Spoon. Alegraron el verano mis paisanos.


7. Swim / Caribou. Una delicia sonora


8. High Violet / The National. De narrativa sombría y delicada al mismo tiempo, pero aún amo Boxer.


9. Everything Goes Wrong / Vivian Girls*. La belleza del revival de las bandas de garage.


10. The Suburbs / The Arcade Fire. Predecible ya en todas las listas, aunque muy familiar para mí.


11. Teen Dream / Beach House Fue un gustazo verlos en vivo con un disco tan dulce.


12. Nobody’s Daughter / Hole. Recuerdos!


*Discos de 2009 (2 y 8) y de 1985 y 1954 respectivamente.



jueves, 2 de diciembre de 2010

Lisbon / The Walkmen





Definitivamente, Lisbon fue este año el disco más esperado por mí desde los primeros indicios de su existencia, hace ya casi un año en el que los fans informaban sobre nuevas canciones ejecutadas en importantes fechas de enero en su natal New York y que inmediatamente causaban esa palpitación enérgica que comparto con muchos otros de sus seguidores en nuestra pequeña aldea “walkmeniana”. De verdad fue doloroso, meses más tarde, descubrir que alguien lo había filtrado a la internet un mes antes de su lanzamiento, atentando contra la sorpresa y el ansia de tenerlo ya en las manos, pero decidí ser fiel a mis principios y aguardé (im)pacientemente hasta su lanzamiento el 14 de septiembre, curiosamente coincidiendo de nuevo con las cercanías de mi cumpleaños, como sucedió con You and Me, llenándome de gusto porque sus álbumes siempre se unen al festejo y a veces son lo único que hacen que valga la pena esperar.

Antes de escribir esta reseña, había titubeado con otros textos puesto que sentía como si ya no hubiera nada más que decir. En las fiestas, hasta aplaudir aburre, y no quería volver a las alabanzas insistentes que ocasionan los grandes discos como éste, sino ser más directa puesto que también fue un disco detonante de cientos de emociones por el momento en que llegó.

Sin embargo, me gustaría incluir esta especie de línea de desarrollo que ha alcanzado una hermosa narrativa para hablar del crecimiento de The Walkmen, que inicia con una aparente inseguridad de novatos que empiezan a alejarse de sus inicios, para luego entrar a una intensa etapa en la que violentamente establecen quienes son, después rinden un homenaje que no hace más que seguir delatando la maestría de la ejecución a pesar de no ser obra suya, continúan con un reflejo de sus herencias y rescatando parte de su identidad, caen irremediablemente enamorados y se disponen a encontrar algo de calma en medio de tanta aventura para, con Lisbon, dar fe de la estabilidad que, en todos sentidos, han alcanzado. Y verdaderamente es radiante, probablemente esta sea la clave para entender el quinto (sexto) álbum que nos presentan, y que alcanza también a la descripción del mismo, puesto que es presentado en un discreto empaque, supongo que basado en el de You and Me, de cartón, en un blanco precioso que resalta las imágenes de Fred Maroon, conmovedoras por su belleza de tiempos pasados, y el majestuoso ascetismo de su corporeidad, hasta la música siempre hermosa que empieza a sonar.

Y que inicia con “Juveniles”. La primera vez que escuchas esta canción te atrapa inmediatamente. No hay preámbulos, ni el típico “dos tiempos antes de”, sino la pura armonía que corre con los segundos. Me pongo a pensar también que "juveniles" es una palabra única, puesto que a diferencia de su equivalente en español, en su raíz sería como una especie de palabra old fashion para hablar de los chiquillos, el relajo, la chaviza incluso; y es una palabra que en lo personal, me transporta a una década lejana, a los 20 quizás, esa época que también fascina al Sr. Padre del maestro guitarrista y a la banda.

Esta misma guitarra conduce con la misma narrativa juvenil, a "Angela Surf City", que nos embiste con su inicio, y me hace pensar inmediatamente en Los Ángeles, puesto que esa sí sería, literalmente, la “angela surf city”. Es una canción llena de energía, dificultando el creer que una persona de mi estatura y una complexión menor, Master Matt Barrick pueda ejecutar tan brillante batería. En vivo ha de ser el escándalo más encantador del mundo.

Es aquí donde me percato que el timbre empalagoso de la guitarra nos podría remitir, iniciando “Follow The Leader”, a una experiencia cadenciosa muy propia de los ukeleles, una atmósfera muy playera quizás. Pero es una especie de antídoto, como un día soleado previo al estallido de una tormenta para lo que viene a continuación.

“Y súbitamente empieza un ritmo que llama mi atención con una intensidad anormal. Se que es un ritmo que me es familiar, que lo he escuchado antes. Parecen las pautas que da el country, o esas dramáticas canciones hechas específicamente para ambientar películas del oeste. Escucho lo que la voz recita y me veo envuelta en el embeleso más grande que canción alguna en el año me haya provocado. Llega en un momento de profunda soledad, y me da la impresión de ser una versión de lo que soy en estos instantes, de lo que quiero hacer y de dónde quiero huir. Me embiste. Simplemente con leer la frase ‘Blue as your blood’ la intuición se dispara y desemboca en cientos de ideas especuladoras y maravillosas a la vez. Es una canción majestuosa, muy a la manera de esta gran banda que hace magia con cualquier ocurrencia que tengan.”

Estas conmovidas palabras fueron escritas para la primera versión de la reseña que amablemente está usted revisando, mi estimado lector, y que reflejan una pequeña parte de la vorágine de sentimientos que en mí provoca esta “canción majestuosa”. Al escucharla, se desató una batalla entre ella y “Bows+Arrows” para quedarse con el lugar #1 de Las Canciones De The Walkmen En Mi Gusto Personal. Simplemente me dejé llevar y ahora presume la posesión de mi adrenalina. Verdaderamente es una pieza irresistible, trágica y dolorosa y hermosa al mismo tiempo. También podría ser la que rinde homenaje a la herencia de tan magníficos músicos, como Johnny Cash, un poco de Neil Young y todas esas bandas sureñas que conquistaron el norte del país de las que son muy fans. Después de revolcarnos emocionalmente y grabarse en nuestra memoria, “Blues as your Blood” prometería que “Stranded” nos hará hasta bostezar.

Sin embargo, no lo hace. El primer sencillo que escuchamos de este álbum en verdad me dejó mucho qué pensar, puesto que sospechaba que podría tratarse de una compilación de canciones sumamente lentas y melosas, y no advertía el dinamismo creativo que encontramos con el disco completo. Y tras escucharla muchas veces, por las mañanas y las noches, comprendí lo aferrada que está “Stranded” a sus raíces, como The Walkmen, y como fieles seguidores del doo-wop norteamericano con unos toques de música tradicional. La poesía que nos ofrece es única, llega a ser hasta dulce con “and I’m stranded, and I’m starry eyed”, “estoy atascado (“encallado” me gusta más) y tengo cruces en los ojos ('muerto', literalmente)”.

Después de esta pequeña nube de emociones, “Victory” llega a empujar con la cadencia de un himno esperanzado e imparable, teniendo en su sorprendente sencillez compositiva (de 4x4) el secreto de su atractivo.


Casi en un tono molesto debido a los altibajos de la última mitad del álbum, “All my great designs” hace que me percate de la escasa participación de las percusiones (entiéndase piano) a lo largo de las piezas, lo cual hace que me pregunte el por qué de la insistente presencia de la guitarra y a la vez que surja una especie de inquietud fantasma, al escuchar también “Woe is me”, de que esta vez se alejasen sobremanera de sus poderosas influencias, explotando a más no poder su característico y sincretista estilo, puesto que la única pieza que conserva esta delicada herencia es “Torch song”, ejecutada como vals. “Woe is me” es encantadora por la insistente presencia de una única figura que sube y baja, y vuelve a aparecer con una especie de distor, probando una vez más la sencillez de recursos que logran un grandioso efecto para esta banda, y que además es la pieza que concluye lo energético del álbum, siendo en la última parte donde conviven en armonía dos hermosas y tranquilas piezas:

“As I shovel the snow”, que recupera mucho del trabajo poético que los ha acompañado toda su carrera, y en lo personal, es una canción perfecta para ir a dormir después de una productiva jornada, además de llegar en una temporada donde el sol cada vez es más tímido y permite que el frío le gane protagonismo. Además, detecto cierto parecido con los majestuosos covers que hicieron de las canciones del Songs From a Room de Leonard Cohen a pesar de que la voz de este gran músico es más profunda que la de Hans-Ham (chiste sureño: “han’sum Hamilton”), pero la solemnidad y lírica de la pieza le delatan.

Y la homónima del disco “Lisbon”, cuyas delicadas percusiones me remitieron curiosamente a “French Vacation”, pero que tiene una frescura tan particular que impide que la asociemos con cualquier otra cosa que no sea aquel paradisíaco lugar donde se trabajó el álbum, inspiración para cientos de artistas residentes en la península europea, cuyas inverosímiles estampas, que este álbum se ha encargado de plasmar en nosotros, resultan encantadoras. No quería que el disco terminara cuando me hallé atrapada en esta canción.

Definitivamente, y de nuevo, Lisbon es una joya. Aunque me preocupa que la profecía que algún fan me dijo, antes de que saliera You and Me, alguna vez se cumpla: “Después de este álbum sólo vendrán otros dos y The Walkmen se separarán”. Probablemente lo dijo por alguna experiencia con alguna otra banda, sin embargo, creo que después de la incertidumbre, la identificación, el homenaje, la fiesta, el romance y la felicidad de la calma pueden desatarse otras emociones inagotables que sirvan como el principio de más discos. O no necesariamente más discos, es una banda tan asombrosa que puede hacer lo que quiera, no me sorprendería que armaran un musical o volvieran a lanzar un disco tributo, que por lo visto, los homenajes a canciones de autores desconocidos como Harry Nilsson los enloquecen.

Siempre es un gusto esperar para recibir tan grandiosa música. Yo también espero a que vuelvan, pero como mi neurosis cada vez me impide más y más ser paciente, crece mi obsesión por ir hasta Austin a verlos en el Stubb’s en marzo y pagar ¡18 dólares! Por una entrada al show. Ya me ofrecieron un lugar para quedarme, y pues me sujeto a la voluntad del destino. Creo que para un fan irremediable todo es posible, y como se me agotan las palabras para seguir adulando a estos maravillosos músicos, sólo puedo seguir deseando: ¡LARGA VIDA A THE WALKMEN!
Si quieren el disco, pídanlo a mi mail
rapunkzelrockon_tbs@hotmail.com

Shout it Out / Hanson

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Ya se que es una sorpresa encontrar en este, su humilde blog, una reseña sobre una banda que debido a su mala interpretación y venta cuando alcanzó su apogeo en México quedó como banda de pop, pero déjenme ilustrarles mi realidad, en tierras sureñas era la banda “post-gospel” por excelencia, o la manera más fresa de entrarle a la música más fresca de Oklahoma. Por mi parte, quiero defender al trío de hermanos por muchas razones, la más importante: la tradición (además me moría de ganas por escucharlo, nada más por morbo).


Los Hanson son una banda que elevó, en la fea década de los noventa, a la música costumbrista como moda a través de una curiosa tergiversación con el pop ¿En serio podrían concebir algo más redneck y campestre que una palabra como “Mmmmmbop”? En un momento biográfico en el que me atascaba de producciones semi-recientes como Sonic Youth, Goo Goo Dolls, Collective Soul y me llevaba a escondidas el Spice Girls del acervo de mi hermana, y por el lugar donde vivía, fue muy motivador escuchar a tres chavitos que hacían música per se, porque a la manera, para ilustrar, de las familias sureñas existe un gran arraigo con la música campestre, tomemos de ejemplo a los Kings of Leon.

En fin, los Hanson continúan su carrera discográfica ahora con un disco que abre con unas percusiones dominantes, muy gospels, pero no tiene nada de “Shout it Out” y nos hacen pensar en las congregaciones que se construyen por familias y se reúnen los sábados. Ejemplo de esto es “Waiting for this” que también muestra una enorme desviación hacia el pop que comenzó con el Underneath álbum que siguió al maravilloso This Time Around, y que no nos muestra en realidad nada nuevo, pero que sí tiene una carga muy fuerte de soul, que es lo que abandera a esta producción.


Sin embargo, cuando escucho cosas como “Kiss me when you come home” me encuentro con esa amabilidad forzada digna de los comerciales para celulares. Y por otro lado, no hay nada más “gospeloso” que canciones como “Carry you there”, que evidencian la mala poesía que han estado haciendo.


No se por qué, pero me da la impresión de que todo el disco está inspirado en materiales audiovisuales educativos o algo por el estilo, puesto que algunas canciones toman de pretexto las percusiones “alegronas” hasta que llegamos a “And I Waited” y “Use Me up”, que reflejan cierta madurez en letras y arreglos, y que sólo por mencionar, son las únicas que me gustan del álbum.

Las últimas tres canciones del disco me parecen sumamente aburridas, como “These Walls”, “Voice in the chorus” y “Musical Ride” que logra salvarse porque parece canción de road trip.

Curiosamente, mi melancolía despierta con la última canción, que ya es muy predecible, y es como un remedo de la increíble “A Song to sing” (wooooooooooooooo!!!).


Definitivamente es muy triste que una banda con el potencial que ya no refleja tener pero que supongo aún permanece en ellos, caiga en estas producciones tan flojas. Duele más cuando estás consciente de que alguna vez fuiste fan. Sin embargo, el disco está “padre” para ver cuánto han crecido los tres rubios, y que Taylor sigue igual de matador aunque ya tenga como cinco hijos, Isaac ya parezca señor y presuma su sortija de matrimonio y el otro chavito, Zachary, haya embarnecido sobremanera aunque siga bonito y trigueño.

Como ya señalé, quería saber qué estaban haciendo a 10 años de ese grandioso “This Time Around” y la reacción no pasa del “Eeeeeeeeeeeeeeeeew”.

Además, pa'acabarla de amolar, blogger ya no nos permite subir fotos :(